Tomado de creandotuvida.com
Marisa pasó cincuenta y cinco años de su vida luchando contra sus estados de ánimo que pasaban de euforia a depresión constantemente, a veces de un día a otro y en ocasiones hasta de un momento a otro. Viéndolo hoy en día cuenta que los posibles motivos de sus estados de ánimo estaban motivados por tres razones en general: circunstancias de la vida, causas físicas y causas psicológicas. Las circunstancias de la vida fueron una serie de eventos sobre los que no tuvo control, como la muerte de su padre y el traslado de su madre y ella de la Argentina a los Estados Unidos y otros… como sus dos matrimonios que terminaron en divorcio, cambios tajantes de domicilio y pérdidas de trabajo que es muy posible habría podido controlar si hubiese entendido cómo hacerlo en ese momento. Los motivos físicos incluyeron los cambios drásticos de su cuerpo, producidos por las hormonas, y otros malestares físicos los cuales también podría haber controlado mejor, como una úlcera estomacal, anemia e hipertensión.
Ella considera que las causas psicológicas fueron en su mayoría, productos de su baja autoestima y la manera negativa de ver su vida, que le hacía esperar lo peor de todo cada vez que se embarcaba en algo. Por ejemplo, cuando comenzaba una relación o cuando pasaba algo agradable en su vida por un tiempo se ilusionaba y veía un final feliz, pero no faltaba mucho para que la asecharan las dudas y luego comenzara a estar segura que en un momento dado todo iba a cambiar y que iba a terminar mal, como que ella no se merecía que algo positivo sucediese en su vida. Los estados de ánimo depresivos los describe como que algo o alguien la metían en un hoyo oscuro del cual no era posible salir. No le importaba en absoluto lo que en otras ocasiones era motivo de felicidad y parecía que nada le podía sacar de ese lugar. En muchas ocasiones la muerte le pareció un lugar ideal ya que representaba el fin de su angustia y dolor.
Por milagro, de alguna manera logró salir de las muchas depresiones que tuvo y por un tiempo estuvo contenta y disfrutó de la vida, pero nunca sabía cuándo se encontraría nuevamente en el mismo hoyo oscuro. En varias ocasiones por un tiempo tomó medicinas antidepresivas y también fue a terapia. El estado de ánimo que le daban las medicinas no era de su agrado, ya no la dejaban sentir nada, parecía como un robot. La terapia le ayudó un poco, pero no funcionó por mucho tiempo. Ella cuenta que lo más interesante de todo esto es que sus buenos amigos que la conocían como una persona llena de energía y amor por la vida nunca supieron lo que pasaba con ella porque cuando se deprimía se alejaba completamente de todos, mientras luchaba con su depresión por su cuenta.
Llegó a pensar que si tenía hijos esto haría un cambio radical en su vida dándole fuerzas para luchar ya que siempre desde su juventud soñó con tenerlos. Cuando nacieron sus hijos le produjeron una felicidad inmensa. Sin embargo a causa de varias situaciones amargas en su vida cayó nuevamente en una depresión horrible y ni siquiera la presencia de sus hijos fue suficiente para pararla. Tal fue la situación que otra vez consideró la muerte como una posible solución. En ese entonces veía su vida como un una pieza de cristal que se había quebrado ya tantas veces que el pegamento no era suficiente para hacerla fuerte y que en cualquier momento se derrumbaría nuevamente. Esto le hacía sentir como que su vida se reducía simplemente a levantarme todos los días y seguir luchando, sin poder darse el lujo de poder disfrutar plenamente porque en cualquier momento iba a ocurrir lo inevitable -algo la tumbaría nuevamente.
Cada
vez se le hacía más difícil encontrar fuerzas de algún lado para levantarse y
seguir batallando. Le era irónico que cuando ella estaba bien, en
realidad encontraba belleza por todas partes y le gustaban la naturaleza, los
animales y la gente y tenía suficientes talentos para sentirse feliz, pero todo
eso se desvanecía cuando se deprimía.
Como en
otras ocasiones de momentos lograba salir de varios episodios de su última
depresión. Pero esta vez se dio cuenta de que si no iba a acabar con su vida debía
encontrar una manera de cambiarla para
no seguir con esa pesadilla en su existencia.
Ella tuvo oportunidad de darse cuenta de “señales” que parecían indicarle el camino al cambio que ella buscaba, encontró que debía reemplazar sus pensamientos negativos por pensamientos positivos, es decir, ver el vaso medio lleno no medio vacío, buscando disfrutar cada momento de aquellos elementos que llenaban su vida: sus hijos, buenos amigos, sus talentos, la naturaleza, los animales que tanto le gustan y hasta su habilidad de a pesar de todo, encontrar una manera de levantarme y seguir luchando. Siempre creyó en la posibilidad de un Ser Supremo y en la posibilidad de que tenemos un Espíritu pero lo que ella considera sus sombras no le permitían experimentarlos, y ahora ve su vida de una forma distinta y es mucho más feliz sin tener que pasar por los constantes episodios de depresión.
El mundo está lleno de explicaciones sobre los
sucesos de la vida, buscando una lógica en todo ello, es cierto que Dios creó
todo en un orden natural para que tuviera un inicio y un final pero también es cierto
que Dios hace cosas inexplicables para la ciencia y que van más allá de la
sabiduría humana. Cada milagro realizado en la vida de las personas tiene una
explicación pero no es científica, es una explicación que denota amor por nosotros,
es eso su voluntad y amor, Cristo vino a este mundo para darnos la salvación y mostrarnos
que el dolor que estamos pasando tendrá fin y aunque nuevamente seamos
golpeados todas las cosas nos ayudan para bien cuando le amamos. La forma en
como pudo superar esta situación nuestra amiga de la historia no tiene
explicación científica, no se trata de energías positivas ni física cuántica,
se trata de Dios y su amor derramándose en su vida, mostrándole a Marisa que la
vida aunque tenga aflicción, el amor de Jesús nuestro Señor, es mucho mayor más
grande y poderoso, y su compañía en nuestra vida nos da la fuerza que necesitamos para enfrentar todo. Por eso
amigo mío recuerda siempre lo que Cristo nos dice en su palabra:
“Yo les he dicho estas cosas
para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero
¡anímense! Yo he vencido al mundo.” Juan 16:33
“Ahora bien, sabemos que Dios
dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman…” Romanos 8:28
No hay comentarios:
Publicar un comentario